La chía es una semilla milagrosa con propiedades nutritivas especiales para las aves. La chía (Salvia hispanica L.) es una pequeña semilla de forma oval (2 mm de longitud), de color castaño claro y oriunda de México, donde su composición especial y sus propiedades beneficiosas para la condición física fueron descubiertas hace ya cientos de años. Durante siglos las nutritivas semillas de la chía constituyeron el alimento básico de los indígenas del sudoeste de América. Hoy en día, los estudios científicos demuestran que la chía proporciona un gran número de nutrientes interesantes, lo que hace que en el presente los nutricionistas redescubran esta semilla milagrosa, que está ganando rápidamente una enorme popularidad tanto en la alimentación humana como en la de los animales. Actualmente la chía se cultiva con fines comerciales en México, Argentina, Bolivia, Perú y Colombia. La composición de la chía puede compararse a la de otras semillas mucilaginosas como la linaza y la zaragatona. A diferencia de la linaza, la chía no contiene factores antinutritivos, que en el caso de la linaza limitan su utilización sin un tratamiento térmico previo. Los factores antinutritivos son los glucósidos cianógenos o linatina, antagonistas de la vitamina B6, lo que significa que impiden que la vitamina B6 actúe en el metabolismo. Además, la chía tiene un sabor mucho más agradable que la linaza, por lo que los pájaros la ingieren con mayor apetito. La chía contiene nada menos que 23 % de ácidos grasos poliinsaturados, 18 % de ellos en forma de ácido linoleico. Esto la convierte en la semilla con el contenido más elevado de ácidos grasos omega-3 del mundo vegetal. Los ácidos grasos omega-3 son absolutamente indispensables para el ser humano y para los animales; entre otras cosas, aumentan la resistencia a las enfermedades y tienen propiedades anti-inflamatorias. Aparte de esto, el aceite de la chía es rico en antioxidantes naturales (como el ácido clorogénico o el ácido cafeico, entre otros). Así, el aceite de la chía tiene una fuerte actividad antioxidante e impide la oxidación de las grasas (= sabor rancio). Esto explica que los ácidos grasos omega-3 administrados a través de la chía sean tan estables y puedan conservarse durante mucho tiempo, al contrario de lo que ocurre con la mayor parte de las demás fuentes de omega-3. La chía pertenece, lo mismo que la zaragatona y la linaza, al grupo de las semillas mucilaginosas. Estas semillas son realmente ricas en mucopolisacáridos y constituyen una fuente excelente de fibras alimentarias solubles e insolubles. Los mucopolisacáridos solubles son los que forman un gel mucoso incoloro en la superficie de las semillas, cuando éstas entran en contacto con el agua. Cuando se introduce un puñado de semillas de chía en un vaso de agua, se observa que tras unos minutos el vaso se llena de un tipo de gel péctico. Estos mucílagos son beneficiosos para los intestinos. En primer lugar, pueden retener hasta 12 veces su peso en agua, lo que mejora la calidad y la consistencia de las heces en caso de diarrea. Además, los mucopolisacáridos forman también una capa de mucílago en las paredes intestinales, por lo que las bacterias patógenas quedan anuladas en cuanto a sus efectos dañinos y las mucosas del intestino pueden recuperarse más rápidamente. La chía es también una buena fuente de proteínas de alta calidad con un excelente patrón de aminoácidos. Asimismo, es rica en minerales (entre otros, un 0,65 % de calcio, un valor muy superior al de la mayoría de las demás semillas); no es de extrañar que esta semilla milagrosa constituya un fantástico ingrediente para las mejores mezclas Premium para pájaros